GABRIELA
MISTRAL (Vicuña 1889 - Nueva York 1957)
Lucila
Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral),
escritora chilena. Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres
años del nacimiento de Gabriela, tuvo una niñez difícil en uno de los parajes
más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa
local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto
empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicidó
al poco tiempo; de la enorme excitación que le causó aquella pérdida surgieron
sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en
Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los
juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la
muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de
las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como
representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N.,
fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en
la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de
la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio
Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el
premio nacional.
En 1953 se
le nombra Cónsul de Chile en Nueva York. Participa en la Asamblea de Las
Naciones Unidas representando a Chile. En 1954 viene a Chile y se le tributa un
homenaje oficial. Regresa a los Estados Unidos.
En1957,
después de una larga enfermedad, muere el 10 de enero, en el Hospital General
de Hempstead, en Nueva York. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno,
declarándose tres días de duelo oficial. Los funerales constituyen una
apoteosis. Se le rinden homenajes en todo el Continente y en la mayoría de los
países del mundo.
La obra
poética de Gabriela Mistral surge del modernismo, más concretamente de Amado
Nervo, aunque también se aprecia la influencia de Frederick Mistral (de quién
tomó el seudónimo) y el recuerdo del estilo de la Biblia. De algunos momentos
de Rubén Darío tomó, sin duda, la principal de sus características: la ausencia
de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial.
AUSENCIA
Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
Cerrada a cuanto no
somos nosotros.
Se van mis gestos, que se devanaban,
en lanzaderas,
delante tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
Cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese y sería quemada
en marchas tuyas que
nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche,
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!